La noche de los sexos en llamas fue pues el fruto improbable de aquel amor imposible y maldito. Si bien el guión escrito a cuatro manos -o dos o tres según las distintas versiones del hecho, lógicamente amplificadas y distorsionadas por la prensa especializada- fue un géiser de creatividad desbocada, próximo a la escritura automática, la realización del film resultó ser una odisea sacrílega.
viernes, 2 de mayo de 2008
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