miércoles, 23 de abril de 2008

la otra chica

La otra chica vino a la residencia secundaria del simpático industrial y le estuvo esperando durante más de dos horas en vano.

2 comentarios:

Joaquín Pimentel Antón dijo...

Mientras esperaba, aburrida, comenzó a imaginarse a los viandantes como seres en proceso de putrefacción, como una forma de entretenimiento imaginativa. De hecho, y tras imaginarse a mucha gente en ese estado que caminaba, la observaba o simplemente pasaba de largo, empezó a no resultarle una idea demasiado descabellada, sino incluso bastante descriptiva de la condición humana en general. Pues qué somos! sino carne en proceso de putrefacción continua! pensó, y esta idea le hizo sonreir Por primera vez en mucho tiempo.

Borja dijo...

Pensaba en entes compuestos de otros seres. Seres que morían y no se regeneraban, seres que, de a poco, iban cayendo al asfalto frío y gris de la ciudad. Y fue, quizás entonces, cuando tomó conciencia de que la muerte (la suya, la de todos) era un momento que sucedía sin parar, que el concepto bipolar de vida/muerte no existía, que el hecho de morir era un proceso que empezaba, cómo no, desde el momento en que aquello en que ella consistía (en que todos consistíamos)terminaba de crearse, como un mural expuesto al viento y a la lluvia.

¿Qué hacer, entonces? Correr, aprovechar la dimensión de vida que quedaba, retrasar la piel ajada, la boca seca.